drenaje-linfaticoCuidar la salud y mejorar nuestro aspecto es posible con el drenaje linfático. Un 2×1 que hacen a este clásico de los centros de belleza uno de los tratamientos estéticos más demandados.

Aunque gran parte de las personas asocian el drenaje linfático a uno de los tratamientos más tradicionales en el mundo de la estética, la verdad es que esta terapia ofrece un amplio abanico de posibilidades para beneficiar también la salud. Una vez más, la salud y la estética pueden ir juntas de la mano.

 ¿Qué es el drenaje linfático?

Es mucho lo que se ha escrito y estudiado acerca del drenaje linfático desde que en 1932 el médico danés Emil Vodder, junto con su esposa, lo desarrollara con el objetivo de tratar de ayudar al organismo a depurarse, eliminando para ello los desechos que él mismo produce. Y es que el sistema linfático, sobre el que se basa este tipo de drenaje –de ahí su nombre–, es una pieza fundamental en el ser humano, ya que funciona como complemento al trabajo realizado por el sistema circulatorio y el inmunológico; se encarga de drenar el plasma sobrante tras los diferentes procesos celulares y, además, actúa como filtro para eliminar cierto tipo de residuos que pueden acabar perjudicando al organismo.

Sin embargo, a diferencia del sistema circulatorio, el linfático no cuenta con una potente bomba como es el corazón para mover por el cuerpo la linfa, por lo que, en ocasiones, una ayuda externa, como el drenaje linfático, es un refuerzo muy importante. Cuando la contracción de los músculos, las contracciones peristálticas y las pulsaciones de ciertas arterias cercanas, no son suficientes para que el sistema linfático funcione correctamente, las manos de un buen profesional o ciertas máquinas preparadas para ello son la mejor ayuda para que la linfa pueda viajar por nuestro cuerpo sin complicaciones.

Tanto por razones médicas como estéticas, desgraciadamente el drenaje linfático no está recomendado para todo el mundo. Aunque, por supuesto, es el médico especialista el que debe determinar cada caso y sus indicaciones, algunas de las contraindicaciones más habituales se refieren a pacientes que atraviesan procesos de cáncer, a los que tienen problemas cardiovasculares severos (infarto de miocardio, angina de pecho, insuficiencia cardiaca, trombosis…), alteraciones de la tensión sanguínea (tanto hipertensión como hipotensión), ciertas enfermedades de la piel, o descompensaciones de la glándula tiroidea.